... en sus barrigas llevan lo que puedan arrebatarle al amor.
La mato y aparece una mayor, con mucho más infierno en digestión.
Le doy de masticar una paloma y la enveneno de mi bien.
Pasó sin ser visto, como un grano en la arena. Así, lejano de su estrella, de su gente, trovaba sobre Casiopea.
Vino con una misión a la Guerra. Perdón, quise decir a la Tierra.
Como tantos otros mensajeros celestes,
debía colaborar en el despertar colectivo que busca la liberación de la humanidad sometida por
La prisión del sueño,
la prisión del alma.